domingo, 13 de agosto de 2017

Crónica de una cesárea anunciada (1º parte)

Es la segunda vez que escribo esta entrada. La primera vez, después de días queriendo hacerla, de darle mil vueltas a si debía o no (este es un blog más de costura que de otra cosa, aunque las cosas de "minukosas" son cualquier cosa, no?) y cuando por fin me decidí y pude hacerlo (en dos días, que los peques no me lo pusieron fácil) me equivoqué al guardarla y la borré entera. Lo positivo: que me he atrevido a escribir sobre mi cesárea y compartir mi experiencia. Lo negativo: que ahora tengo que volver a escribir la entrada XD
Si esperas un post de costura, vuelve mañana, que tendré una costura en Menuda Inspiración.

El embarazo de R., mi primer hijo, acabó en cesárea "por no progresión del parto", tras tres días de inducción. Cuando me preguntan, digo que fue "cesárea por inducción fallida", por ser primeriza y pensar que los médicos tenían razón al 100% (que no digo que no, pero si volviera para atrás, hay varias cosas que cambiaría).
Lo primero que quiero decir, es que en ningún momento quiero sentar cátedra, ni dar a entender que mi postura es la adecuada o que una cesárea es mala, o... yo que sé. Hablo de mi experiencia, mis sensaciones y mis emociones al respecto.
Y ahora... vamos al lío.
 Cuando me quedé embarazada de mi primer hijo engordé, engordé mucho. Diré a mi favor que nada más ver el positivo me dejé el tabaco y una dieta horrible con un gran efecto rebote, lo que hizo que el primer trimestre engordase quince maravillosos kilos (y luego algunos más). Todo el embarazo estuve condicionada por mi ganancia de peso. No por mi, porque  en todo momento tanto el bebé como yo estuvimos sanos, sino por el entorno. Mi matrona llegó a decirme que era preferible que volviera a fumar a que siguiera engordando, cosa que por cierto nunca se me pasó por la cabeza ( a día de hoy, hace casi seis años que dejé el tabaco, y no me planteo volver). 
La habichuelita crecía dentro de mi, y yo era la típica madre primeriza a la que todos dan consejos, porque todo el mundo sabe que una primeriza no tiene ni idea de nada.
En la semana 27 me regalaron una ecografía 4D y yo, novata e ilusionada, fui a hacérmela. La ginecóloga, al ver que el bebé era grande, me dijo algo que marcó el resto del embarazo: "Asume que va a tener que ser cesárea, que el bebé es muy grande".
Consulté con mi matrona lo que me había dicho aquella ginecóloga, y me dijo que sí, que como yo estaba tan gorda, no podría parir vaginalmente y lo más seguro es que fuera cesárea. Evidentemente, la creí. Yo había leído un libro sobre partos y varios sobre lactancia (bueno... dos, pero no necesité más en ese momento) y ahí no decía nada que relacionase sobrepeso con cesárea, o cosas así. Pero ¿acaso iba a saber yo más que los médicos? (esta frase la escuché hasta la saciedad en mi segundo embarazo, pero mi reacción en el segundo fue diferente a con el primero, cuando callaba, bajaba la cabeza y asentía, porque por supuesto los médicos sabrían más que yo sobre mi cuerpo y mi bebé).
Una cosa que tiene mi hospital de cabecera es que te hacen los primeros monitores en la semana 37 o 38, en mi caso, 37+5. 
Nunca había ido a monitores, ni me habían explicado nada, así que iba a ciegas totalmente. Me senté, me pusieron las correas y a esperar. Luego, una ecografía para ver como iba el bebé. En la ecografía, el ginecólogo me dijo que ingresaba el lunes (esto pasó viernes) para una inducción, porque mi bebé era demasiado grande, ya que su peso estimado era de unos 4 kilos, y si lo dejaban dentro de mí, a saber qué peso alcanzaría. 
No exagero, fue lo que me dijeron. De hecho, el motivo de mi inducción fue el riesgo de un feto macrosómico (obviemos, nuevamente, el hecho de que para hablar de macrosomía fetal el bebé tenga que superar los 4 kilos y medio, y obviemos también que las ecografías tienen un error de medio kilo en las medidas, por lo que no son "palabra del señor").
Cuando acabé en el hospital fui a mi centro de salud para hablar con mi matrona y se lo comenté, muy tranquila, la verdad. Me dijo que era normal, que habiendo engordado tanto era lógico. Hoy hubiera agradecido saber algo más, que me explicara alguien en qué consistía una inducción y qué riesgos conlleva hacerla en la semana 38. 
Por otro lado, mi familia encantada por poder conocer al primer nieto/sobrino/primo... antes de tiempo y además "Si ya te lo había dicho X -la ginecóloga del 4D-, cesárea en la 37".


Y un lunes por la mañana salí, nerviosa y ansiosa por conocer a mi bebé, rumbo al hospital, pero eso lo dejo para la segunda parte del post, que no quiero eternizarme con éste. 

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